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De piel de animales a brujas encantadas. Un repaso por la historia de los disfraces de Halloween

Actualizado: 27 may 2023


Mientras esperaba 365 días por las máscaras que adornan octubre de nostalgia y misterio, me pregunté cómo en Colombia, un país católico se volvió tan popular una celebración pagana que hoy, nos viste desde el diablo hasta Mia Colucci.






Ahuyentar espíritus


Para descubrir los orígenes de los disfraces, nos vamos de viaje a las Islas Shetland en Escocia, donde hay archivos de los Skeklers. Jovencitos que antes de 1820 vestían con faldas de paja 'gloy' y sombreros del mismo material, alargados, puntudos y adornados con moños rojos.


En Twitter vi que el museo de Brujería y Magia en Cornwall tiene una exposición con el vestuario que usaban para cantar y bailar, de casa en casa a cambio de comida que echaban en una bolsa de piel de oveja llamada 'buggi'.




América, tiene antecedentes de disfraces cuando en 1840 para darle la bienvenida al invierno, migrantes irlandeses establecidos en Estados Unidos, se adornaban con plumas, pieles y máscaras de animales. Vestuario con el que distraían a los espíritus el día en que la barrera entre vivos y muertos caía.




Las máscaras con fines ritualísticos también estuvieron presentes en algunas regiones prehispánicas de Latinoamérica como México, Colombia o Argentina. Nuestros antepasados las utilizaban como accesorios muy importantes en bailes que conectaban con la naturaleza, antes de la conquista.




Noches embrujadas



Las costumbres más locas e interesantes que conozco, sin duda, son las de la época Victoriana. Nueces asadas, manzanas glaseadas y cervezas acompañaban los rituales halloweenescos de 1837 al rededor del castillo Balmoral, que se convertía en un lujoso palacio embrujado con la reina Victoria montada en su carruaje, escoltada por un sirviente disfrazado de duende que más tarde tiraría a la hoguera un elemento brujil que llevaba en su traje.







La indumentaria pomposa con telas inflamables de la época, eran intervenidas con alas de murciélago o adaptadas a figuras gatunas, brujas, arlequines y payasos con accesorios al estilo gótico.


Personajes que salían de la creatividad pura de la cultura popular, los mitos o las leyendas.





Enmascarados anónimos



Yo sé que han visto en Tik Tok el trend de los disfraces que hacían las mamás para la escuela en los 90's. La estrella y el borreguito que parecen sacados de una película de terror -si no los han visto están acá-. Son muy chistosos y me recuerdan a los trajes de 1910, cuando el papel crepé se hizo famoso por los panfletos de la papelería Dennison que les enseñó a las familias a hacer vestidos caseros desechables.




Y cuando pensé que no podían ser mas tétricos, llega Disney en 1923 y les da licencia para sacar ediciones especiales en las que Mickey cobraba vida en las casas norteamericanas.






Ajustado y diminuto


Se desata la guerra en 1940 y la industria textil racionó materiales. Como resultado, en vísperas de Halloween, las mujeres buscaron en sus armarios la manera de parecerse a las auténticas pin up. Así, los disfraces sexys alusivos a la propaganda de guerra de “por las chicas que vale la pena pelear” se volvieron populares, cosa que llevó a que las mujeres occidentales fueran observadas y objetivadas en la noche de brujas.





Algo muy interesante que encontré leyendo una investigación de Adie Nelson titulada 'The Pink Dragon is Female - Halloween Costumes and Gender Markers' es que en los 2000, cuando la autora analizó estereotipos de género descubrió que usualmente los niños se vestían de profesiones como doctores o bomberos, mientras que, los disfraces de las niñas estaban resignados a su apariencia y sentimientos, cambiándolas de identidad a novias o princesas.




Chumba la cachumba


Mientras en Estados Unidos en los 60's, los trajes de The Beatles, los Kennedy, Frankenstein, Drácula y Barbie crecían en popularidad, en Colombia, la noche de brujas -o de los niños- empezaba a cocinarse en Bogotá y Barranquilla como un sinónimo de clase alta.


No me sorprende que sus inicios fueran una práctica infantil de los colegios élite bilingües que imitaban prácticas gringas.





La clase gomela entraba a clubes sociales vestidos de gitanos, ángeles o payasos, para hablar de moda y por supuesto, de sus viajes fuera del país. Era una celebración a puerta cerrada que al son de orquestas animaban la noche.

El Tiempo lo registró como un evento vip del Boston School y el Colombo Americano que el resto de la ciudad vivió a través de narraciones publicadas en la página social del periódico.






Carrozas mágicas



La opresión ha perseguido a la comunidad LGBTQ a través del tiempo y debemos entender la importancia de tener una noche especial como Halloween, para celebrar públicamente sus identidades.


Fotografías tomadas de los archivos de la biblioteca pública de San Francisco.



La comunidad queer estadounidense de los años 70's salía como cenicienta antes de la media noche en limusinas glamurosas y hacían entradas dramáticas por la calle Polk en San Francisco para exhibir sus vestidos de gala con pieles, pedrería, plumas y mucho pero MUCHO brillo.






La creatividad de la comunidad dio origen a eventos y desfiles con trajes avant garde que las convirtió en las verdaderas divas de la noche de brujas.










Y como desde la década de los 40's, la policía homófoba había impuesto una ley que prohibía vestirse con ropa del sexo contrario a la que el fotógrafo Donald Eckert se refiere en su blog personal:


"En Halloween, eran drag queens de pies a cabeza, pues si eran descubiertas usando un traje del género opuesto, podrían ser arrestadas".


Triqui triqui, Halloween


Volvemos a la Colombia, ahora noventera que inundada de violencia gritaba el 31 de octubre "dame paz, dame amor, quiero dulces por favor", al mismo tiempo que organizaba fiestas privadas en la Candelaria, Olímpica y El Ley patrocinaban con disfraces fantasía, antifaces y dulces Colombina, las celebraciones en los barrios populares. Época en la que la famosísima calabaza se estableció como el accesorio insignia correcto de cualquier traje.




Muñecas, mariachis, flores y sobre todo animales de peluche, desfilaban en los 90's por "disfraces la moda" que en realidad, es la casa de mi abuela. Con su creatividad le dio vida a una de las primeras tiendas alquiler de disfraces y trajes típicos del eje cafetero.



Detrás de telas doradas y plumas, habían horas en las que mi tita le daba vida a los moldes temáticos de revistas importadas que vendían en el centro de Pereira.




Disfraces de segunda mano acompañaban los antifaces de colores, alas de hadas o ángeles que eran decoradas a mano con escarcha y lentejuelas llenando el almacén de mi tita que junto con otros negocios, a principios de los 2000 cambiaron la tradición de confeccionar atuendos caseros a buscar trajes exclusivos con relieve y máscaras particulares.




Me atrevo a decir que el éxito de Halloween en Colombia, se debe a que borra la línea entre lo permitido y lo prohibido, rompe el concepto de roles, del bien y el mal, oculta identidades, verdades y mentiras.





Es un día de nostalgia, sin ley de vestuario que celebra lo raro, lo mágico, lo diferente y lo escalofriante. Una fiesta en la que no somos juzgadxs por vestirnos como hadas o demonios.

















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